Cuando escuchamos la palabra “pasta” lo más común es que la asociemos a Italia. Y es cierto que tienen muchísimo que ver, pero si rebuscamos un poco en la historia y los orígenes de esta comida veremos que puede relacionarse con muchas otras regiones.
Muchos dicen que fue Marco Polo quien la introdujo en Italia al volver de uno de sus viajes a China en el año 1271. Es decir que, en China y en el resto de Asia ya existía la pasta por aquel entonces, probablemente elaborada con otro tipo de ingredientes.
Otra de las teorías es que los pueblos etruscos, principalmente asentados en la Toscana italiana, elaboraban pasta en fechas anteriores a Marco Polo. Lo hacían mediante la trituración de varios cereales que posteriormente mezclaban con agua para obtener un alimento nutritivo. También existe registro de que en el siglo III a.C. los romanos habían desarrollado herramientas para elaborar hojas de pasta para lasaña. Al parecer Cicerón era un fanático de este plato.
Según fueron pasando los años y el cultivo de cereales se expandió por toda Italia, la pasta fue apareciendo en cada vez más cocinas y mesas. Del siglo XVII datan las primeras máquinas rudimentarias creadas en Nápoles para hacer pasta. Fue a partir de este entonces cuando se perfeccionaron los procesos y apareció el secado de la pasta en los patios italianos. El mismo que hoy imitamos en nuestra fábrica para obtener nuestra pasta de secado lento y a baja temperatura.
A comienzos del siglo XIX la pasta triunfó en las mesas de la nobleza y se fue convirtiendo en hábito entre las clases sociales más altas. Las recetas se hicieron más elaboradas y se incluyeron otros ingredientes. Hasta ese momento la pasta se había comido con las manos pero, al añadirle salsas, decidieron inteligentemente que era mejor utilizar cubiertos.
En 1914 se inventó el secado artificial y con ello llegó el boom de la pasta. Se hizo fácil de conservar y de transportar y conquistó no solo las mesas de toda Italia sino también de otras regiones del mundo.
Desde los etruscos hasta nuestros días, la pasta ha recorrido un largo camino. ¡Y que siga mucho más!