Las cartas de los restaurantes son un mundo. Uno bastante grande, de hecho. Las cartas van más allá de lo obvio: una lista de platos y bebidas que podemos consumir. Las cartas cuentan cosas: ¿es larga o corta? ¿está limpia la carta? ¿tiene buen aspecto? ¿de qué color/es es? ¿de qué tamaño? ¿hay una carta para todo o están separadas en comida, bebida y postres?
Hay un sinfín de variables que cambian la carta y, por tanto, la percepción que podemos tener del restaurante y de la comida que estamos a punto de pedir. Hay quienes optan por recitar la carta, otros por apuntarla en una pizarra y otros, la gran mayoría, por hacerla en formato físico y entregársela al cliente.
No es lo mismo una de esas cartas más largas que un día sin pan, que una con tapas de cuero y hojas plastificadas, que una simple cartulina o que una carta-mantel. ¿Qué pasa cuando a uno le entregan una carta extremadamente larga con muchas opciones? “Que alguien venga a elegir por mí, por favor” es el primer pensamiento que probablemente te venga a la cabeza. ¿Y cuando te entregan una de esas cartas con aires de poesía? ¿O una tan breve que parece que ya han elegido por ti?
No en vano existen profesionales que se ocupan de la tarea tan importante que es la creación de la carta de un restaurante. Hay que saber de diseño, de márketing, de restauración y hasta de psicología para crear una buena carta. El orden de los platos, la textura del papel que utilices, los colores que emplees, la presencia o ausencia de fotos, la tipografía… todo influye.
Está claro que diseñar una carta no es fácil, así que en Sandro Desii te lo ponemos un poco más sencillo ofreciéndote una carta de postres para tu restaurante, puedes personalizar el interior y añadir nuestros productos que más te gusten.
La finalidad de nuestra carta, no es sólo proporcionar un servicio al cliente, ¡también forma parte de fomentar esa filosofía del buen postre! ¡Buen provecho!